jueves, 7 de febrero de 2013

No man can eat 50 eggs

Desde siempre he sentido aversión a la uniformidad. Tal vez porque llevé uniforme en el colegio (durante 11 años fui a un colegio de monjas donde estas amargadas mujeres no sólo pretendían uniformarnos en cuanto a la ropa, sino en cuanto a nuestro pensamiento; también mis propias compañeras se sentían más cómodas bajo el abrigo  de un grupo homogéneo donde destacar en cualquier aspecto era malo). Tal vez por mi espíritu de rebeldía. Tal vez por ambas cosas o por ninguna de ellas.

Así que desde que recuerdo he huido de las modas, de "lo que se lleva", de lo que "es tendencia", pese a que muchas veces me he encontrado con gente deseosa de cambiar mi estilo siempre hacia la misma dirección, la que lleva todo el mundo. Nunca me ha quedado claro si es porque la gente desconfía de lo diferente, de lo que no comprende o simplemente es que me consideran una hortera y es una muestra (desde su ingenuidad) de cariño. Probablemente una de estas dos razones o ambas sean las mismas que empujan a la estas mismas personas a tratar de uniformar mi pensamiento llevándolo al terreno de lo convencional, de lo que "está bien pensar" o de "el (único) modo" de comportarse...

Todo esto sumado a un espíritu de contradicción hace a menudo que ciertas cosas que siempre me han gustado pasen a repatearme por el simple hecho de copar los escaparates de Zara, Mango, Blanco, etc o vestir a toda la galería de zombies-figurines con la que me topo en la calle y el metro, que parecen haber descubierto a la vez una prenda o un estampado.

Entre las cosas que me encantaban hasta que se han puesto de moda se encuentran por ejemplo: los chicos con camisas de cuadros ligeramente entalladas, los labios pintados de rojo, el estampado de leopardo, los gorros rusos tipo siberiano...También me pasa con algunos grupos de música, escritores o directores de cine, pero en menor grado. A veces me pregunto si no seré una snob.

Y para finalizar, os dejo un regalo para la vista: Paul Newman poniendo de moda los huevos cocidos, aunque nada más alejado de Cool Hand Luke que el borreguismo o el snobismo. (No he logrado encontrar esta escena en versión original, pero se agradecen contribuciones si es que alguien más que yo lee de vez en cuando esta sarta de pajas mentales).