sábado, 14 de febrero de 2015

[Fin de la autocita]


LA GENTE CON MAL GUSTO PARA EL CINE, TIENE MAL GUSTO PARA LA VIDA.  

Pienso en esto muy a menudo y en quien para mí es la imagen de una "persona de cine", mi admirado Francois Truffaut, que para bien o para mal nunca fue muy capaz de delimitar la frontera entre su vida y el cine. Tal vez por eso, sus películas, más aún que las de otros colegas de la Nouvelle Vague, nunca tenían un final cerrado y siempre se quedaban inconclusas como si uno debiera ir resolviendo y avanzando en la película de su propia vida.

Es extraño porque siempre he despreciado un poco el oficio de crítico de arte en todas sus manifestaciones porque el arte cuando es bueno, hace que las palabras sobren, incluso en la literatura. Y el propio Truffaut, que dijo una vez que "nadie nace para ser crítico de cine", acabó convirtiéndose en uno de los más brillantes del gremio llegando a convertir el género de la crítica en arte en sí mismo. Quizá lo consiguió porque en cada crítica que escribía dejaba tanto de sí mismo como en sus películas, pero a la vez estaban despojadas totalmente de su EGO.

Recomiendo encarecidamente para vuestra felicidad que visionéis todas las películas que podáis de Truffaut, el mayor número de veces posible, del mismo modo que tratéis de disfrutar de su arte como crítico de cine; "El placer de la mirada" recopila una serie de ensayos, críticas y textos que Francois escribió a lo largo de su vida.


[Fin de la autocita]