jueves, 14 de enero de 2016

Las protagonistas eran ELLAS

Hace unos días ví la primera película de Antonio Banderas, Locos en Alabama, en la que dirige a la que por entonces era su mujer, Melanie Griffith. En cuanto la ví salir a escena, mi mente se acordó de inmediato de La dama de Shangai que dirigió Orson Welles, pero que no cunda el pánico entre los más ortodoxos que no pretendo equiparar los talentos de uno y otro (ni Banderas y Welles ni, mucho menos, Griffith y Hayworth).
En realidad, pensé en cómo cada uno de ellos retrataba a la que en ese momento era su esposa. Mientras que Antonio enfundaba a su mujer en papel hecho a medida donde ella pudo desplegar todo su talento y con un vestuario y estilismo de lo más favorecedor; Orson dirigía a una Rita Hayworth muy poco favorecida (que mira que es difícil) despojada de su increíble y característica melena pelirroja.



Y aunque la actuación de Rita es más que decente, su papel de arpía calculadora es mucho menos agradecido que el de Melanie, que tiene un personaje lleno de matices, que cabalga en todo momento entre la comedia y el drama y que se mete en el bolsillo al espectador desde el primer momento.




La conclusión de todo esto es que me cae mejor Antonio que Orson, que siempre me ha caído un poco gordo.Y he de reconocer que tampoco le considero tan buen director como  la crítica, para mí es un poco como Borges: están llenos de talento, técnica e inteligencia, pero ambos dirigen/escriben desde el intelecto, demasiado asépticamente, como si no lograran salirse de sí mismos, de su universo.
Pero no penséis que soy de esas que no separa al artista de la persona, hay artistas a los desprecio profundamente como personas y de los que soy, pese a ello, gran admiradora de su obra, como Picasso o Polansky. Aquí no incluyo por ejemplo a Elia Kazan, porque considero que, aunque su comportamiento durante la caza de brujas fue reprochable, ha sido magnificado en cierto modo, pero eso ya da para otro post y con suerte publico otra entrada antes del verano.