sábado, 4 de abril de 2020

Que la vida iba en serio

Hace más de diez años de esto, pero lo recuerdo bien porque fue una de las mejores épocas de mi vida y en la que más se ha forjado mi personalidad tal y como es ahora. Mi buena amiga S. y yo jugábamos sin parar, o más bien se podría decir que hacíamos de todo un juego.
Recuerdo un momento en que empezamos a pensar en toda la gente que conocíamos y a quién de ellos nos llevaríamos con nosotras a una isla desierta en caso de que llegara el fin del mundo, los criterios eran dispares y, aunque generalmente imperaba la lógica, no siempre era así. Eso sí, rara vez no coincidíamos.
Ahora que estamos recluidos, lo recuerdo constantemente y pienso en quienes son las personas con las que me gustaría pasar estos momentos (de estar permitido), muchos de ellos están cerca normalmente, otros viven a cientos de Kilómetros, pero están cerca igualmente. Y si algo puedo afirmar con satisfacción es que estoy muy contenta con la persona con quien me toca compartir este confinamiento: no sólo es un superviviente nato, sino que es alguien con quien siempre me siento acompañada y cuidada y por supuesto, querida.