miércoles, 1 de diciembre de 2021

Little Women

 Aunque soy muy fan de Greta Gerwig (hasta ahora más como actriz que como directora), no tenía especial interés en ver la vigésimo cuarta (quinta en realidad) adaptación de un libro que marcó mi infancia y una película (la de Cukor) que también lo hizo.


Sin embargo, ayer tenía el día ñoño y después de dar vueltas por el catálogo de Netflix sin encontrar nada adecuado a mi estado de ánimo, se me apareció. Y yo, que creo en los símbolos, las señales, las profecías autocumplidas y un montón de cosas que ni os imagináis, no pude más que darle al play.

Tengo que decir que me sorprendió gratamente la interpretación de Saoirse Ronan a la que conocí en Ladybird y a la que tenía un poco de tirria porque su personaje me resultó odioso a ratos. Y eso que Katharine Hepburn había dejado el listón muy, pero que muy alto. Los personajes de Amy (Florence Pugh) y Laurie (Timothée Chalamet) consiguen alejarse de la mojigatería y simpleza de sus predecesores y nos resultan tiernos, caprichosos, generosos, mezquinos...en definitiva, humanos. Destacaría además la introducción de escenas del libro que yo diría que no se habían visto antes o al menos no desde esa perspectiva. 

El final es un homenaje, un canto de amor a la novela y a Louisa May Alcott, un ajuste de cuentas con el machismo y las convenciones sociales del siglo XIX. Eso y no lo de Zuckerberg es metaficción en estado puro.

Pero son sobre todo las licencias y el sello personal de Gerwig (la ruptura temporal, el uso del flashback, ese feminismo que impregna toda la obra y casi consideraría anacrónico) lo que la convierte en una gran película. Tanto que no creo que nadie se atreva ya a versionar Mujercitas.